Uno puede preguntarse, "¿Qué gano yo haciéndome miembro de la Asociación de la Inmaculada y San Luis Gonzaga?" Pues bien, nos responde nuestro mismo padre fundador, quien abordó el tema en un retiro celebrado celebrado el 1 de noviembre del año 1987 y posteriormente lo dejó escrito en el número 112 de la revista Meridiano Católico, publicación nacida de la Asociación y para la que cualquier miembro puede escribir un artículo.
Así abre el padre el mencionado artículo:
En la fiesta de Todos los Santos, celebramos el Retiro General para toda la Asociación. En la última plática desarrollé las ventajas espirituales que tiene la Asociación para cada uno de sus miembros. Las iré resumiendo aquí.
La primera ventaja es ser para todos y cada uno una escuela de vida espiritual. A lo largo de las semanas, meses y años, se va adquiriendo una formación espiritual sólida y se va enseñando al asociado el ejercicio de las virtudes perfectas. La espiritualidad que se recibe es la que brota abundante de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Una espiritualidad de servicio al ideal del seguimiento de Cristo, para trabajar con Él en la instauración en la tierra de su reinado y vivir solícito de la salvación de las almas. Así mismo, la adquisición de las virtudes perfectas, que son aquellas que nos fundamentan más en la abnegación y en el ejercicio de la caridad, va unida al fomento de las devociones a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y a la devoción a San José, que constituyen el resumen de toda la Religión.
Tenemos un objetivo, una meta, un fin que cumplir. Lo dice, San Ignacio en el Principio y fundamento de sus ejercicios espirituales:
El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima...
Ejercicios espirituales 23, San Ignacio de Loyola
Para lograr ese objetivo, necesitamos buena formación humana y religiosa, oración que sostenga una vida espiritual y amor a Dios, a la Patria y a los hermanos que fundamente y mueva todas nuestras acciones. Éste es el camino, el que la Iglesia ha enseñado siempre, el que nos han transmitido nuestros mayores y el que tenemos que legar a las venideras.
Continúa el padre:
La segunda ventaja que ofrece nuestra Asociación es la de ser un medio excelente para perseverar en el camino del bien. La Sagrada Escritura nos advierte del peligro del que va solo, sin apoyo de otros que busquen el mismo bien. Y, en nuestro tiempo de apostasía y relajación, en el que la doctrina de Cristo no solamente es desfigurada en tantos lugares, sino traicionada en el mismo santuario de la Santa Iglesia, es más necesario que nunca hallarse acompañado de otros buenos cristianos, bajo la dirección de sacerdotes fieles a la Iglesia y celosos guardadores de sus tradiciones. De esta forma, nuestra vida profesional, familiar y personal, queda bien orientada al servicio de Dios, sin que el progresismo y las herejías contemporáneas esterilicen nuestro ser cristiano.
El hombre nace en el seno de una familia y es social por naturaleza. Si de forma natural el hombre vive en sociedad, no puede esperarse que sea distinto en la vida espiritual, por eso el hombre necesita una comunidad que lo conforte y ayude a alcanzar ese fin último que es el cielo. Nos salvamos en racimos, la Asociación es uno de esos racimos del que Dios se sirve para salvar a sus hijos de la condenación eterna.
Acaba el padre:
La tercera es ser un instrumento de apostolado muy valioso para trabajar entre la Juventud. No estamos por así decir “sin mensaje”, sin nada concreto que decir y ofrecer a los demás jóvenes. Desde la invitación a la práctica de los Ejercicios Espirituales en completo retiro, hasta las excursiones de un fin de semana, hay una gama amplísima de actos piadosos, recreativos, deportivos, artísticos. La Tuna alegra las fiestas y las bodas, la propaganda de la Revista AVE MARÍA nos hace ganar almas para la devoción salvadora de la Virgen, los Campamentos y las peregrinaciones juveniles nos permiten abrir desconocidos horizontes a jóvenes que descubren, como les ocurrió a tantos de vosotros, la belleza de la fe católica y la felicidad de pertenecer a la Iglesia militante. Por todo ello, demos incontables gracias a Dios
Meridiano Católico Nº 112, noviembre de 1987 P. Jose María Alba Cereceda
El amor a Dios y un sentido de gratitud hacia él por todo lo que nos concede deben empujar al cristiano a ser apóstol, a querer transmitir la alegria de la fe al mundo entero. Eso se puede hacer de muchas maneras y la Asociación permite a sus miembros realizar su apostolado de las formas más insospechadas, porque un partido de fútbol puede ser apostolado, como lo puede ser también la tradicional procesión que se organiza cada año en Barcelona en honor a la Virgen de Fátima.